La señora de las seis décadas
Tengo una duda existencial: ¿qué diría una letra de Arjona para las señoras de seis décadas?
Ayer cumplí 60 años. Y como dice el tango, es un soplo la vida, y 20 años no es nada… y 20 por 3 son 60 y tampoco es nada… Y es tanto… Tanto amor dado y recibido. Tanto aprendizaje. Tantos sueños ilusiones, esperanzas. Tantos logros chiquitos, de entrecasa, mezclados con algunos más grandes. Tanto por hacer todavía, y por descubrir y por crear.
Los cumpleaños me generan sentimentos encontrados, una mezcla de nostalgia, desamparo, incertidumbre, alegría, que me hace debatirme entre festejar o no, entre considerarlo un día especial o esconderme debajo de la mesa.
Pero ayer eran 60… Y para peor, desde hacía unos meses venía debatiéndome entre sentirme una diosa vintage o una vieja no asumida, como si tuviera un pie en la juventud y otro casi casi en la ancianidad. Tengo esos ataques de boludez, a veces.
Para terminar con esa molesta sensación de estar masticando tierra, el último día de mis 59 me propuse recibir los 60 con el el espíritu en paz y el corazón liviano. Y así lo hice. Ni bien me levanté, después de bañarme, cortarme el pelo (hace años que me lo corto yo sola) y tomar mis dos vasos de agua en ayunas, lo primero que hice fue inaugurar un cuaderno de gratitud por las bendiciones recibidas durante mis 60 años, por los logros y afectos cosechados, por los aprendizajes, por lo disfrutado y por todo lo que de alguna manera me sirvió para crecer.
Puse el celular en silencio para no tentarme de leer los primeros saludos y empecé a escribir sentada en la terraza, con el canto de las chicharras de fondo, mirando de a ratos las sierras, las plantas de zapallo que han trepado hasta el techo y se extienden sobre las tejas, se entrelazan en la reja con sus grandes flores amarillas…
Fue un momento íntimo, mágico y profundo, escribiendo sin necesidad de pensar, porque tengo el hábito de agradecer y simplemente había que dejar correr la lapicera sobre el papel.

Y después de escribir varias páginas, terminé la lista ( que nunca estará completa) deseándome feliz cumpleaños. Concluido el ritual, el aire era una caricia y todo a mi alrededor parecía querer abrazarme. Y me dejé abrazar por los árboles, por el cielo y el sol, por la vida que me fue dada, por la que me queda por vivir, por el presente y por el pasado.
Me dejé abrazar y me dije: allá voy. A seguir construyéndome, armándome y desarmándome como un rompecabezas todas las veces que haga falta. A seguir viviendo y amando la vida, ni más ni menos.
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Hermoso lo que escribis Gra, me encanta leerte !!! Bienvenidos los 60 llenos de tanta sabiduría!!!
Qué buena reflexión sobre los 60!!!! Porque, si miramos bien, es muchísima vida! Me gustó tu manera de reunirte con ellos, tan natural. Yo cargo 10 más, los encontraré en unos días. Escribí «cargo», creo que debo reflexionar y asumir el tiempo. Buena vida, Graciela!! Buenas ventas!