Cerrando círculos
Más allá de lo literario, tuve otras dos grandes satisfacciones.
Una fue la segunda temporada del Taller de Escritura Autobiográfica, que este año funcionó en la Biblioteca Popular Sarmiento de Río Ceballos. No terminaron todas las que empezaron, pero el balance fue más que positivo por todo lo que compartimos, lo que salió a la luz en cada una de nosotras. El taller nos enriqueció y nos ayudó a mirar nuestra propia historia, nuestro pasado, nuestra familia, desde otras perspectivas, menos traumáticas y más amplias. Como siempre, fui una alumna más, y no precisamente la más brillante: los textos de las chicas superaron largamente a los míos, tal era su entusiasmo y su entrega. A todas, las que llegaron hasta la última clase y las que por razones personales no pudieron terminarlo, les doy las gracias por haber confiado en mí y en mi propuesta.
La otra satisfacción, enorme, fue haber conseguido que tres de mis alumnos aprobaran el examen de ingreso a la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano. Cada «Belgranito» que se prepara conmigo y aprueba el examen se convierte en un triunfo personal, porque para lograrlo trabajamos codo a codo durante varios meses: ellos poniendo su voluntad, su tiempo, y yo entregándoles lo mejor de lo que soy capaz, explicando cada tema todas las veces que haga falta, buscando la manera de llegar a sus cabecitas y al mismo tiempo conteniéndolos afectivamente como si fueran mis propios hijos.
Los que no ingresaron hicieron el esfuerzo que pudieron hacer, que su madurez les permitía. El examen no es sencillo, y no todos consiguen concentrarse lo suficiente durante el año para fijar los conocimientos, interpretar las consignas y aprender a razonar con rapidez. Pero todos tienen la posibilidad de volver a intentar el ingreso el año que viene.
Y también está lo que este año disfruté en lo personal, y por lo que cada noche le agradezco a Dios. A saber:
Mi segundo año de trabajo en la biblioteca.
Los amigos de toda la vida, a los que no he podido ver tanto como hubiera querido pero que siempre están, y para los que siempre estoy.
Los nuevos amigos, y las personas especiales que sin ser amigas me han enriquecido y alegrado la vida y a las que espero haber enriquecido también en algo.
La familia, con sus dichas y pequeños pesares, pero siempre presente dentro mío.
La relación profunda, sincera y maravillosa que seguimos construyendo con mi hija.
Mi casa, mis animales, mi pequeño mundo que visto desde afuera parece inmutable pero que para mí tiene tantas sorpresas.
Lo que leo, lo que aprendo, lo que espero aprender.
Las respuestas, o herramientas, que llegan como por casualidad cuando las necesito.
La salud: puedo ver, oír, moverme. No del todo bien… ¡pero puedo!
El orgullo de bastarme a mí misma económicamente con lo que gano, y no depender de nadie.
La práctica, día tras día, de un estilo de vida austero y sereno.
La fe en la humanidad y en los que están buscando caminos pacíficos y amorosos para cultivar la mente y el espíritu.
Este fue un buen año. Crecí, amé, soñé, entregué lo más que pude, trabajé con responsabilidad y honestidad, disfruté lo que tengo y me quejé lo menos posible por lo que no tengo. Estoy en paz, con Dios y con el mundo.
Al próximo año lo espero confiada, con la certeza de que en lo que de mí dependa será tan bueno o más que éste que se va.
.